Virtuosisimo en la batería Pearl y Javi Ruibal, el percusionista que la regenta con mucho groove ; más de lo mismo pero en el campo de las cuatro cuerdas por parte de Dani Escortell, algo más que una base rítmica, uno de esos sonidos graves que se cuelan por el estómago y son capaces de controlar el ritmo de los sístoles y diástoles a su gusto. Y por último, virtuosismo en la guitarra de José Recacha, que a falta de los instrumentos que les acompañaron en la grabación del CD, carga con gran parte del peso de los temas usando un sonido basado a groso modo en distorsiones delay, wah-wah, octavizadores y solos cercanos al Blues y al Jazz.
El conjunto de los tres elementos de lugar, aunque casi sobre ya decirlo, a un sonido muy peculiar al que muchos han querido ponerle etiquetas y en la mayoría de los casos han errado. Y es que es complicado asignar un nombre a algo que a veces suena a Muse con palmas, otras a Triana si De la Rosa fuese de Chicago y ,las que más (y eso es lo que desconcierta a los críticos), a tres gaditanos que sumando sus edades no llegan a la de un Stone y tienen funky y rock por las venas.Poseén el don de cambiar varias veces de intensidad dentro de la misma canción creando luces y sombras, contratiempos que te mantienen vivo, y de eso es de lo que va el juego.
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